Los estudiantes que sientan pena y su impacta en la vida escolar
El fenómeno del sentir pena o vergüenza durante los años escolares constituye un importante objeto de estudio por tratarse de una emoción que, si bien negativa, es percibida y valorada como importante. Considerada una de las tres emociones sociales básicas, en numerosas investigaciones se ha puesto de manifiesto su impacto en la comunicación interpersonal, así como de manera más específica, en el proceso educativo.
¿Te está costando socializar y hacer amigos en la escuela?
El sentir pena conduce a conductas que propician el acercamiento social, la armonía y la cohesión grupal. Algunos han coincidido en que, generando respuestas empáticas, atentas e interesadas y asistiendo al contexto social cercano, se logra configurarse un lugar significativo en la comunicación, potenciar las relaciones entre iguales y favorecer la expresión de emociones positivas. No todos los estudiantes tienen las mismas emociones y facilidad para entablar con una conversación con otra personas, hay niños que tienen mucha dificultad para socializar, aunque parezca algo totalmente ridículo.
La discusión acerca de su autenticidad ha cobrado especial relevancia en los últimos años. En este sentido, diversos han coincidido en afirmar que algunas personas pueden fingir pena (posando una expresión facial), mientras que otras sí la sienten. Ante la reiteración en la detección de fingidores, algunos proponen el constructo de competencia de la vergüenza, entendida como habilidad o disposición para experimentar malestar asociado a ser transparente, fruto de su relevancia relacional, por la apertura a la reflexión y la experiencia de responsabilidad.
Es importante destacar también que, al suscitar pena o vergüenza en los compañeros y lograr a su vez su contención por medio de consuelo y estrategias, se desarrolla el proceso de simpatía, configurando apoyo y, aclaramos, nonconductas de ridiculización.
Cómo influyen las emociones en las relaciones interpersonales escolares
Debido
a la relación existente entre el tratamiento de las emociones en el ámbito
escolar y la baja convivencia, el presente estudio tiene la intención de
indagar acerca de una emoción en particular, de la cual se ha encontrado escaso
enfoque en la literatura académica y cuya relevancia está con frecuencia
subestimada: la pena. Se destaca la importancia de que educar en emociones no
solo supone aprender a autorregular las emociones, sino también que desempeñen
un papel positivo y tengan un valor adaptativo. Asimismo, se señala que es
crucial que las comunidades educativas fomenten ambientes emocionales en los
que se expresen sentimientos negativos como la tristeza, el miedo o la ira,
evitando que se actúe de forma evasiva frente a experiencias emocionales
desagradables y se sobredimensione la importancia de sentimientos aparentemente
positivos, como la alegría, la calma o el bienestar. En definitiva, abogan no
solo por aprender a gestionar emociones, sino por la importancia que tienen
estas en el espacio educativo como elementos fundamentales para el desarrollo
de las personas en su totalidad. Desde el prisma de la terapia centrada en las
emociones se parte de la base de que cualquier manifestación emocional que vaya
en paralelo con la expresión de las necesidades de las personas será benéfica
en la medida en que conducirá a la persona hacia el autoconocimiento y la
autocompasión. Por ende, la sana autorregulación emocional, dentro de un marco
relacional, conllevaría la expresión congruente y adecuada de las mismas.
Asimismo, se propone que en determinados momentos resulta adaptativo que
aparezcan unas determinadas emociones para poder afrontar mejor la situación,
fomentando la autonomía o promoviendo un cambio en el ámbito interpersonal.
Consecuencias de sentir pena en la escuela y como enfrentar dichas dificultades
El fenómeno de sentir pena en la escuela es percibido tanto por docentes como por alumnos como una situación de comunicación interpersonal que influye en el desarrollo de las experiencias escolares. Al hacerlo, se despliegan prácticas de acompañamiento en la medida en que se ponen en juego diversas emociones, pensamientos, conductas y estilos vinculares o estrategias de gestión para encararlas. Por lo tanto, se han informado sobre las consecuencias que esta experiencia conlleva en las dinámicas escolares así como en la calidad de las relaciones interpersonales que resultan afectadas.
Una vez que inicia el año escolar,
es un nuevo reto que el estudiante debe enfrentar, muchas veces no son los
mismos compañeros de años anteriores, por lo tanto, la carrera inicia
nuevamente, como estar iniciando un maratón año con año. Pero, es normal que de
vez en cuando tengas problemas al no socializar con tus compañeros. Uno de los
desafíos sociales más comunes se da cuando un niño se siente rechazado por sus
compañeros. Cuando esto sucede, su apoyo e intervención pueden marcar una gran
diferencia en los niños y adolescentes.
Me siento excluido y rechazado!
Muchas veces los estudiantes se frustran al tener esa sensación de
exclusión y rechazo, en ocasionen piensan que sus compañeros son malos, pero
debes saber que no estas solo en esta situación. La mayoría de los estudiantes
tienen a menudo este tipo de conflictos, pero más los niños y adolescentes que
son introvertidos y es normal que tengan dificultad para iniciar una cercanía o
amistad con uno de sus compañeros, si estas atravesando por una situación donde
sientes que estas solo y que en la escuela nadie te quiere platica con tu s
padres, ellos sabrán orientarte y consolarte y ayudarte a que todo se vuelva
normal en tu vida escolar.
Si nos leíste, cuéntanos ¿cómo fue o cómo es su vida escolar, en algún momento sentiste pena o problemas para relacionarte con tus compañeros y cómo lo superaste?
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